Julia from Borges’ country has sent us an observation together with the consequent considerations worthy of her renowned compatriot.
El ojo, símbolo de la vigilancia, se me apareció con fuerza al bajar por una escalera lateral de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Nada decía, ni nada explicaba esta pintada extraña en la pared, que resultaba muy diferente de las imágenes de agrupaciones políticas que surcaban las paredes en mis tiempos de estudiante.
No es que ya no pise más ese edificio de mi facultad, pero ahora voy una vez por semana y sólo dos horas para dar mi clase y volverme a las apuradas. Así es que hacía años que no recorría los pasillos del edificio con el diletantismo y la tranquilidad del estudiante —que no sabe de su tranquilidad mientras lo es—. Pero el mes pasado volví a ser estudiante en el edificio de la facultad donde cursé el grado y, para mejor inmersión y concentración de la experiencia, fui cinco horas todas las tardes durante una semana entera. Todo este excursus, para intentar transmitir mi ánimo de descubrimiento reminiscente cuando me topé con la imagen de marras: un ojo con un ave.
Un ojo que, aunque hecho con aerosol y trazos muy básicos, me hizo pensar en los ojos que aparecían en los jeroglíficos de aire egipcio que tanto gustaban en el Renacimiento o los que solían representarse en diversas composiciones emblemáticas (que el dueño de este blog sabrá ilustrar y ejemplificar mejor que yo).
Al estar en ese ánimo renacentista, imaginé el ave que lo acompañaba —sin prestar mucha atención a su forma tal vez— como algún tipo de halcón, un remedo callejero del Horus egipcio.
Bajé las escaleras preguntándome qué haría eso ahí y cuál era su sentido. Y la respuesta llegó acompañándome en el descenso (¿catábasis?). En el siguiente descanso de aquella escalera lateral la misma pintura negra, pero especialmente la misma ave hecha con esténcil que ahora venía con su anclaje “Cría cuervos”.
¡Claro, era un cuervo! y ¿qué hacen los cuervos cuando uno los cría (según el refrán español)?: “…te sacarán los ojos” .
La construcción del mensaje mediante fragmentos discontinuos de imágenes y textos me pareció encantadora y por supuesto no pude dejar de pensar en los muchos contactos que tenía con las prácticas simbólicas o emblemáticas del Renacimiento y el Barroco.
La imagen del ojo y el (ahora sabemos) cuervo era entonces una proclama que llamaba a la advertencia y se trataba en definitiva de una denuncia. El ojo cauteloso y prudente de los emblemas y jeroglíficos, aquí cumple una doble función: ser el vigía y al mismo tiempo la víctima posible de los negros cuervos que andan por ahí. Y en esa tensión patética nos mira transmitiéndonos su mensaje con una fuerza profunda.
De todas formas, habría que notar también que las diferentes proporciones son elocuentes. El ojo enorme deja en inferioridad de condiciones al cuervo traidor. Con lo cual cobra mayor peso el papel vigilante de ese ojo prudente que nos advierte.
Pero esos graffiti no fueron los únicos interesantes en mi visita turística a la propia facultad. Esta otra imagen me atrapó totalmente y me hizo pensar en la refinada representación simbólica que se estaba dando entre los estudiantes.
Yo lo leí como un alegato anti-imperialista (en sentido bien amplio: la unión de los menores que puede enfrentar al poderoso), pero sin duda se le pueden dar muchas interpretaciones. De lo que no cabe duda es de que la sentencia conocida y de larga tradición (“El pez grande se come al chico”) se utiliza invertida gracias al poder que da la unión (todos sabemos que “La unión hace la fuerza”).
A diferencia de la hasta ahora misteriosa imagen del cuervo y el ojo, sin atribución explícita, sabemos de esta otra que es el logo que adoptó una agrupación política estudiantil, La Juntada.
La condensación y expresión del concepto es muy lograda y, si bien me han dicho que la imagen no fue creada por ellos (quizás alguien encuentre este logo en otras partes del planeta, y sería interesante ver con qué función específica), me pareció que alcanzaron una realización perfecta. (De aquí sacaron ellos la idea, me dijeron cuando los contacté para consultarlos; y éstos / éstos / éstos son otros lugares de Internet donde encontré el motivo.)
De esta forma, la concepción moderna contrapone una toma de posición transformadora de la realidad (de acción sobre lo dado por la naturaleza, diríamos) que responde a la posición tradicional y conservadora, como puede ser la de este emblema de Sebastián de Covarrubias (Centuria I, emblema 88 de sus Emblemas morales, Madrid, 1610)
Es verdad que Covarrubias tiene un cierto tono de pesar por la comprobación de una verdad tan dura y no se nos escapa la denuncia a los ricos “que engordan con la sustancia de los pobres”. Pero de todos modos no hay duda de que este ejemplo de los peces se muestra como algo imposible de cambiar (incluso no me termino de decidir si lo expresado en el epigrama sobre la abundancia de peces sobre la tierra que tendríamos si no se diera esta situación de comerse unos a otros, es algo positivo —habría más alimento para los hombres— o negativo —¡los peces nos invadirían y tomarían el poder!).
Cuántas transformaciones se han dado para que si antes se usaba la naturaleza como alegoría de la sociedad humana, ahora la naturaleza se transforma irónica y alegóricamente con los avances de la organización social. El hombre impone su cosmos al mundo y ya no se ve a sí mismo como un microcosmos.
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El ojo, símbolo de la vigilancia, se me apareció con fuerza al bajar por una escalera lateral de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Nada decía, ni nada explicaba esta pintada extraña en la pared, que resultaba muy diferente de las imágenes de agrupaciones políticas que surcaban las paredes en mis tiempos de estudiante.
No es que ya no pise más ese edificio de mi facultad, pero ahora voy una vez por semana y sólo dos horas para dar mi clase y volverme a las apuradas. Así es que hacía años que no recorría los pasillos del edificio con el diletantismo y la tranquilidad del estudiante —que no sabe de su tranquilidad mientras lo es—. Pero el mes pasado volví a ser estudiante en el edificio de la facultad donde cursé el grado y, para mejor inmersión y concentración de la experiencia, fui cinco horas todas las tardes durante una semana entera. Todo este excursus, para intentar transmitir mi ánimo de descubrimiento reminiscente cuando me topé con la imagen de marras: un ojo con un ave.
Un ojo que, aunque hecho con aerosol y trazos muy básicos, me hizo pensar en los ojos que aparecían en los jeroglíficos de aire egipcio que tanto gustaban en el Renacimiento o los que solían representarse en diversas composiciones emblemáticas (que el dueño de este blog sabrá ilustrar y ejemplificar mejor que yo).
All right, to answer Julia’s challenge, here you are as an example the well known Emblem 16 of Andrea Alciato: Ne credas (Don’t be an easy-believer), from the 1591 Leiden edition by Plantin.
Al estar en ese ánimo renacentista, imaginé el ave que lo acompañaba —sin prestar mucha atención a su forma tal vez— como algún tipo de halcón, un remedo callejero del Horus egipcio.
Bajé las escaleras preguntándome qué haría eso ahí y cuál era su sentido. Y la respuesta llegó acompañándome en el descenso (¿catábasis?). En el siguiente descanso de aquella escalera lateral la misma pintura negra, pero especialmente la misma ave hecha con esténcil que ahora venía con su anclaje “Cría cuervos”.
¡Claro, era un cuervo! y ¿qué hacen los cuervos cuando uno los cría (según el refrán español)?: “…te sacarán los ojos” .
La construcción del mensaje mediante fragmentos discontinuos de imágenes y textos me pareció encantadora y por supuesto no pude dejar de pensar en los muchos contactos que tenía con las prácticas simbólicas o emblemáticas del Renacimiento y el Barroco.
La imagen del ojo y el (ahora sabemos) cuervo era entonces una proclama que llamaba a la advertencia y se trataba en definitiva de una denuncia. El ojo cauteloso y prudente de los emblemas y jeroglíficos, aquí cumple una doble función: ser el vigía y al mismo tiempo la víctima posible de los negros cuervos que andan por ahí. Y en esa tensión patética nos mira transmitiéndonos su mensaje con una fuerza profunda.
De todas formas, habría que notar también que las diferentes proporciones son elocuentes. El ojo enorme deja en inferioridad de condiciones al cuervo traidor. Con lo cual cobra mayor peso el papel vigilante de ese ojo prudente que nos advierte.
Pero esos graffiti no fueron los únicos interesantes en mi visita turística a la propia facultad. Esta otra imagen me atrapó totalmente y me hizo pensar en la refinada representación simbólica que se estaba dando entre los estudiantes.
Yo lo leí como un alegato anti-imperialista (en sentido bien amplio: la unión de los menores que puede enfrentar al poderoso), pero sin duda se le pueden dar muchas interpretaciones. De lo que no cabe duda es de que la sentencia conocida y de larga tradición (“El pez grande se come al chico”) se utiliza invertida gracias al poder que da la unión (todos sabemos que “La unión hace la fuerza”).
A diferencia de la hasta ahora misteriosa imagen del cuervo y el ojo, sin atribución explícita, sabemos de esta otra que es el logo que adoptó una agrupación política estudiantil, La Juntada.
La condensación y expresión del concepto es muy lograda y, si bien me han dicho que la imagen no fue creada por ellos (quizás alguien encuentre este logo en otras partes del planeta, y sería interesante ver con qué función específica), me pareció que alcanzaron una realización perfecta. (De aquí sacaron ellos la idea, me dijeron cuando los contacté para consultarlos; y éstos / éstos / éstos son otros lugares de Internet donde encontré el motivo.)
De esta forma, la concepción moderna contrapone una toma de posición transformadora de la realidad (de acción sobre lo dado por la naturaleza, diríamos) que responde a la posición tradicional y conservadora, como puede ser la de este emblema de Sebastián de Covarrubias (Centuria I, emblema 88 de sus Emblemas morales, Madrid, 1610)
Es verdad que Covarrubias tiene un cierto tono de pesar por la comprobación de una verdad tan dura y no se nos escapa la denuncia a los ricos “que engordan con la sustancia de los pobres”. Pero de todos modos no hay duda de que este ejemplo de los peces se muestra como algo imposible de cambiar (incluso no me termino de decidir si lo expresado en el epigrama sobre la abundancia de peces sobre la tierra que tendríamos si no se diera esta situación de comerse unos a otros, es algo positivo —habría más alimento para los hombres— o negativo —¡los peces nos invadirían y tomarían el poder!).
Cuántas transformaciones se han dado para que si antes se usaba la naturaleza como alegoría de la sociedad humana, ahora la naturaleza se transforma irónica y alegóricamente con los avances de la organización social. El hombre impone su cosmos al mundo y ya no se ve a sí mismo como un microcosmos.
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Gracias por la hospitalidad! Aunque la comparación que has hecho al principio sólo puede explicarse por los excesos de las fiestas navideñas... Se agradece la intención, por supuesto.
ResponderEliminarCariñosos saludos desde Buenos Aires.
¿¿¿Qué exceso??? Mas si lo introducería con las mismas palabras también en el día más gris del año!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por el excelente post y esperamos el siguiente!
Entretiempo, he aquí una pequeña ilustración y paralelo al primer diseño:
http://www.studiolum.com/wang/criacuervos.jpg
Buenas, lindo trabajo, interesantes reflexiones
ResponderEliminarEn cuanto al stencil del cuervo, es también de una agrupación: Críacuervos. Se dedican más bien a hacer talleres de discusión y lectura de textos políticos, por ejemplo, El Capital.
Se ve al costado de una de las fotos, un stencil que está al lado del del cuervo, que dice "algo habrán hecho", como reivindicando que efectivamente los compañeros de los 70' no eran meras víctimas sino que lucharon y fueron derrotados. Dado que es una frase de Videla, lo cómico es que al lado está escrito con marcador "la resignificación tiene límites, che!!"
Saludos
Muy buena lectura de ese detalle de la foto que no llegaba yo a terminar de interpretar, ahora creo que resulta mucho más claro.
ResponderEliminarGracias por el comentario (el autor fue mi gentil informante de La Juntada)