Nuestro amigo Miquel Àngel se transformó hace años en Miquel Àngel Llonovoy como un animal fabuloso que de repente despliega una parte del cuerpo cuya funcionalidad y espectacularidad solo podían intuirse. Desde entonces ha hecho mil cosas diferentes pero sobre todo un tipo de actuaciones escénicas —llamémoslas teatro—, de carácter absolutamente propio e intransferible. Antes de todo eso, juntos, publicamos seis números de una revista artesanal de la que no queda memoria (otro día hablaremos de ella). Pero hicimos muchas más cosas. Por ejemplo, recuerdo vivamente cómo protestamos con una especie de performance (así se llamaban estos actos a principios de los ochenta) contra las obras de ampliación del puerto de Felanitx (Porto Colom), donde acabamos cubiertos de pescado no muy fresco. Y, sobre todo, vivimos una temporada, mientras crecíamos e intentábamos averiguar qué acabaríamos siendo (no lo sabemos aún: quizá no lo sepamos nunca) disparando la imaginación y el juego en todas direcciones. Guardo aquellos años en el corazón con todo el cariño imaginable.
Una de nuestras preocupaciones ha seguido siendo la autodestrucción acelerada de Mallorca a causa de las presuntas exigencias del turismo de masas y sus falsos beneficios. Miquel Àngel, en una de sus actuaciones, clamó: «Llegaron los turistas y los recuerdos pasaron a llamarse souvenirs». Hace poco, él fue el máximo animador del movimiento «Cimentiments (o no m'asfaltis el respecte)», que no sirvió para frenar el expolio que las grandes constructoras, en connivencia con los gobernantes políticos, aceleraron todo lo que pudieron durante el período 2004-2008. Fue un buen intento.
Por San Juan, en junio pasado, Miquel Àngel Llonovoy hizo el pregón de las fiestas de Palma en el Parc de la Mar. Bajo un disfraz entre de San Juan y Bin Laden, criticó como un profeta loco, a la sombra de la Catedral, por igual los daños internos y los externos, los casi invisibles y los que son tan notorios como un ojo morado, provocados aquí por nuestros gobernantes (y seguramente por nuestra forma de ser). Era un pregón de fiesta y el humor estaba por encima de todo, y su peculiar inteligencia llevaba las contradicciones del discurso hasta la autoparodia. ¡Grande! Aunque esté salpicado de referencias a cuestiones locales y parte del humor descanse en juegos de alusiones o de palabras en catalán que puede que se os escapen, vedlo.
Pero Miquel Àngel tiene un lugar fijo en nuestro «Rio Wang» también por ser el creador de «L'Estrany Museu Llonovoy» [El Extraño Museo Llonovoy]. Hablábamos antes del juego. Echad un vistazo a su colección de juguetes imposibles, construidos con objects trouvés dotados de nueva vida y cargados de un sentido crítico que cubre desde lo naïf hasta el antimilitarismo.
Visitando la página web he creído entender que la exposición de "Juguetes Imposibles" es itinerante y funciona según contratación. ¿No se encuentra en algún lugar fijo para poder ser visitada?
ResponderEliminarMe han llamado bastante la atención los muñecos en los que se combinan detalles católicos con otro tipo de materiales y me gustaría también poder observar más detenidamente las cajas de música, ¿es posible?
Un saludo
Por cierto, muy divertido el recuerdo de la "Performance". Hoy en día también seguimos llamando con este calificativo el "teatro" o representación reivindicativa :)
La página de Llonovoy es buenísima! Estuve deambulando por ella un montón de tiempo, los videos son geniales y los juguetes "encantadores".
ResponderEliminarQue le lleguen por intermedio de ustedes nuestras felicitaciones transatlánticas!