En una calle de El Cairo, cerca de Giza
Un día, a eso del mediodía, cuando me dirigía a mi piragua, me sorprendió enormemente descubrir las huellas de un pie desnudo, perfectamente marcadas sobre la arena. Me detuve estupefacto, como abatido por un rayo o como si hubiese visto un fantasma. Escuché y miré a mi alrededor pero no percibí nada. (Daniel Defoe, Robinson Crusoe)
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