El invierno es de las sombras, la luz tamizada bajo la seda blanca de las nubes. El ciclo del día, breve; un guiño del párpado celeste. La vida quiere que nos cobijemos, nos arrastra al interior, por fuera se eriza retraída por el frío temible, hostil.
Al vernos en el final del año ¿nos preguntamos si hemos aspirado de cada uno de los días toda la dulzura, si hemos propiciado bastantes momentos dignos de nuestro cuaderno de memorias? Bueno, tal vez nunca sean suficientes.
Las ráfagas heladas y la ronquera de una bandada de cuervos nos meten en los oídos los estertores de otro año. No importa qué frutas maduras se hayan recogido, un año más joven aguarda ansioso al otro lado del umbral, colmado de posibilidades que no sabremos prever.
Al vernos en el final del año ¿nos preguntamos si hemos aspirado de cada uno de los días toda la dulzura, si hemos propiciado bastantes momentos dignos de nuestro cuaderno de memorias? Bueno, tal vez nunca sean suficientes.
Las ráfagas heladas y la ronquera de una bandada de cuervos nos meten en los oídos los estertores de otro año. No importa qué frutas maduras se hayan recogido, un año más joven aguarda ansioso al otro lado del umbral, colmado de posibilidades que no sabremos prever.
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