La mezquita tártara es la única de Tbilisi, y apenas se encuentra otra en toda Georgia. Aunque «tártaro» en el Cáucaso designaba generalmente a los actuales azeríes, la mezquita tártara se fundó en 1860, y no por ellos sino por los comerciantes «propiamente» tártaros de la región del Volga. La construyeron en el centro de esta ciudad mercantil multiétnica, en la estrecha calle que empieza a ascender desde el bazar, en el barrio de los baños turcos. Por tanto, hablamos de una mezquita suní, mientras que los azeríes, principalmente chiíes, iban a la mezquita más grande de al lado del bazar. A esta se la llamaba la mezquita del Sha Abbas el Grande en honor de su constructor, aunque fue construida unos cien años más tarde, en el siglo XVIII. Este monumento a un príncipe brillante, astuto y despiadado fue destruido por orden de otro digno colega suyo, Stalin, junto con la totalidad de la Tbilisi antigua tal como se conocía en la juventud de Stalin. En lugar del bazar, hoy hay una gran rotonda de época soviética, y en lugar de la mezquita de Shah Abbas una agencia de viajes. Se utiliza la mezquita tártara como espacio compartido por los pocos sunitas y chiítas de la capital georgiana.
Dos fotos de Dmitri Ermakov, el cronista de la región del Cáucaso, del post que le dedicamos. Arriba: El Maidan, destruido en la década de 1930, con la Mezquita del Sha Abbas al lado del puente sobre el Kura. Abajo: La calle del Maidan hasta la mezquita tártara de 1881. Más abajo: La mezquita tártara y sus alrededores, por el pintor naive armenio de la vieja Tbilisi, Vagarshak Elibekyan.
Trepamos por la estrecha calle que conduce a la mezquita y, tras ella, hasta la Ciudadela de Narikala y el jardín botánico.
La mezquita es hoy propiedad de los azerbaiyanos que viven en Tbilisi. Al otro lado de la calle hay una placa conmemorativa del popular actor azerí de Tbilisi, İbrahim Hüseyn oğlu Hüseynzadə conocido por el nombre artístico de İbrahim İsfahanlı (1897-1967). El barrio azerí ha sido restaurado en gran parte. Tal vez un poco más de lo preciso. Pero los cabezales de las consolas de los balcones en forma de caballo, junto a la mezquita, son aún como se ven en las fotos de hace cien años.
La puerta habitual de la mezquita se abre, detrás, a las callejuelas del barrio azerí. Al volver al callejón dos niñas encantadoras se plantan ante nosotros, delante de su piso, el más antiguo, exhibiendo un letrero en múltiples idiomas.
«Cuadros en venta» El mercadillo ofrece sus tesoros en las dos ventanas del piso mientras otros objetos artísticos se siguen creando en los escalones. Del mismo proveedor, unas preciosas conchas pintadas a mano por un precio irrisorio.
«Arşın mal alan!» — «¡Se vende seda!» El aria protagonista del éxito de la opereta cómica de 1913 de Uzeyir Hajibeyov, primera ópera azerí (versión filmada en 1965, la película completa puede verse aquí). Las localizaciones de la película recuerdan el viejo Tbilisi.
La niña mayor parlotea revolviendo el georgiano con el turco, el ruso y el inglés, aunque en este último idioma confunde los números. Su hermana pequeña está aún aprendiendo el duro oficio de mujer de negocios, pero ya sabe posar convincentemente cuando les preguntamos si podemos hacerles fotos con las conchas que les compraremos. «Vuelva el próximo fin de semana. Tenemos la tienda todos los sábados y domingos aquí, frente a la casa». «La semana que viene no podrá ser», le contesto, «pero en mayo vendremos con una gran compañía». «Venid, habremos ido al mar con mis padres y traeremos conchas nuevas, muchas.»
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