No hace falta que presentemos a Gábor Illés a los lectores de Poemas del río Wang. Quienes viajan con nosotros le han tratado durante nuestros recorridos. Quienes solo nos leen habrán visto sus fantásticas fotos regularmente en los reportajes «Juntos en…» que concluyen las excursiones (recogidos aquí). Este es su primer post individual aquí, con el que nos demuestra lo buen fotógrafo que ya era hace treinta y ocho años. Imágenes históricas de una antigua provincia de un imperio desaparecido.
En un post de 2013 (Armenia – stops, movement, colors), Catherine pintó un panorama bastante sombrío del actual estado de cosas en Armenia. Sobre todo en las «ciudades de los valles», sacrificadas a la industrialización decimonónica, y marginadas definitivamente por el comunismo y el estalinismo en el siglo XX. Las oponía a las «colinas que dominan los valles», donde pueblos y templos vivían en un estado anterior de «puertas abiertas para el paseante, el viajero, el vagabundo».
Pero, con todo, para dejar una última palabra positiva, cerraba aquel post con la foto (de hacia 1910) de una joven mujer armenia en traje de fiesta, rodeada por el ambiente fresco de la primavera. Y esta frase: «La primavera sin duda vendrá pronto».
No puedo rebatírselo.
Ni el diagnóstico, ni el hecho de que siempre hay esperanza.
Agradezco al destino que en 1977 pudiera yo pasar un largo mes en Armenia. La ocasión me la brindó un campamento de intercambio de jóvenes, habitual entre los países del bloque socialista. Ya he conseguido digitalizar la mayor parte de las trescientas diapositivas en color que tomé, y me encomiendo ahora con gran placer a la hospitalidad de este blog para su composición en un post.
Veo mis fotos, tomadas hace 38 años, como un refuerzo del post de Catherine. En su gran mayoría representan a esos monasterios firmes durante siglos, o por más de mil de años, en las tierras altas, aquellas increíblemente elaboradas cruces de piedra y el hermoso paisaje armenio. Y no es casualidad que casi ninguna ciudad (ninguna ciudad moderna) aparezca entre ellas. Si lo hace, es más bien a modo de contraste (una especie de ejemplo disuasorio).
Ninguno de nosotros tenía ningún plan acerca de qué había que ver en el país. En aquel momento –imaginad– no había Internet ni Lonely Planet. A decir verdad, ni siquiera habíamos esperado realizar aquel viaje. Éramos jóvenes y apenas teníamos dinero, y según las leyes soviéticas de la época ni siquiera podíamos ir al campamento sin autorización especial. Al final resultó que nada era así. El autostop funcionó muy bien y no tuvimos prácticamente ningún control. Desde Sevan (nuestra ciudad) y Yerevan pudimos llegar a cualquier punto del país, incluso a Tbilisi, en Georgia (!).
En cuanto a los objetivos, nos fiamos –aparte de a nuestros instintos y, por supuesto, a la buena fortuna– de las postales compradas allí mismo, donde las vistas de unas fantásticas iglesias cargadas de historia nos llevaban a buscar y aventurarnos más. Algo después, un p´ster con el título «Mapa-Guía ilustrado de los monumentos arquitectónicos históricos de la Armenia soviética», que mostraba la ubicación aproximada de los monumentos más importantes, se convirtió en nuestra Biblia.
En cuanto a las fotos, sólo contaba con una lente de 50 mm para mi Practica Super TL, y disponía tan solo de 7 u 8 rollos de diapositivas Orwo (de Alemania del Este).
Muchas de estas fotos, por supuesto, tienen su historia. Pero por ahora dejemos que la imagen hable por sí sola.
Gábor
Hasmik Harutyunyan: Nazani. Del álbum Armenia Anthology.
Hovhannavank (ver también aquí y aquí)
Yerevan, Memorial del Genocidio
Mapa de los monasterios armenios, con texto en armenio e inglés.
Abajo: Los monasterios de las fotos en un mapa actual
Abajo: Los monasterios de las fotos en un mapa actual
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