El Ziz

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¡Gracias!

Introdujimos un epílogo judío a nuestra publicación sobre san Martín y sus gansos con esta miniatura que muestra un ave más o menos como un ganso (coloreado, eso sí) y una línea inequívocamente judía al pie, cosa que la legitimaba para ilustrar aquella curiosa historia de los judíos que transportaban gansos asados a Viena el día de san Martín.

Pero, ¿qué pájaro es realmente este, con ese enorme huevo?

La inscripción dice: זה עוף שקורין אותו בר יוכני zeh ʿof she-qorin oto Bar Yochnei, es decir, «Esta es el ave llamada Bar Yochnei.»

De acuerdo. Ahora solo falta averiguar qué pájaro es el Bar Yochnei.

1.

El nombre aparece en el Talmud babilónico. El tratado Bekhorot 57b, entre historias entretenidas de animales y plantas extraordinarios, nos dice:

«Una vez, el ave llamada bar yokhani (=el hijo del nido) dejó caer un huevo, y el contenido del huevo inundó sesenta ciudades y arrancó trescientos cedros.»

La misma ave gigantesca también aparece en el Bava Batra 73b, entre las historias de Rabbah bar bar Hana, cuyas aventuras y experiencias maravillosas se integraron incluso en las peripecias de Simbad:

«Una vez, viajando en barco, vimos un ave que estaba en el agua hasta los tobillos [kartzuleih] y su cabeza alcanzaba el cielo. Dijimos: aquí el agua no es profunda, y quisimos bajar para refrescarnos. Pero una voz divina nos dijo: 'No bajen aquí, porque el hacha de un carpintero cayó hace siete años y todavía no ha llegado al fondo'. […] Rav Ashi dijo: Este ave se llama ziz sadai, como está escrito: ‘Conozco todas las aves de los montes; y el ziz sadai es mío’ (Salmos 50:11).”

La existencia de un ave tan colosal ya es un milagro, pero que existan dos sería milagro aún mayor. Por eso, comentaristas posteriores del Talmud—tácitamente el Yalkut Shimoni medieval y, de forma explícita, por primera vez el Maharsha de Polonia (1555-1631) en su comentario sobre Bekhorot 57b—identifican a ambos como una misma criatura.

2.

Así que ahora sabemos que el Bar Yochnei es lo mismo que el ziz sadai. Pero, ¿qué demonios es un ziz sadai?

Aquí ya estamos un poco mejor, porque el ziz sadai se menciona en dos salmos. Sin embargo, la palabra no aparece en ningún otro lugar de la Escritura; solo el contexto del Salmo 50:10-11 nos da pistas:

כִּי־לִ֥י כָל־חַיְתֹו־יָ֑עַר בְּ֝הֵמֹ֗ות בְּהַרְרֵי־אָֽלֶף׃
יָ֭דַעְתִּי כָּל־ע֣וֹף הָרִ֑ים וְזִ֥יז שָׂ֝דַ֗י עִמָּדִֽי׃

Ki-lī kol-ḥaytō-yā‘ar, behēmōt beharᵉrê-’ālef.
Yāda‘tī kol-‘ōf hārīm, ve zīz sāday ‘immādī.

El problema es que estas líneas se han traducido de varias maneras, dependiendo de cómo se interpreten los términos behēmōt y zīz sāday:

for every animal of the forest is mine, and the cattle on a thousand hills.
I know every bird in the mountains, and the insects in the fields are mine.

(New International Version)

Míos son todos los animales del bosque, ¡los miles de animales que hay en las colinas!
Mías son todas las aves de los montes; mío es todo lo que se mueve en los campos.

(Reina-Valera Contemporánea)

Mas La traducción literal, dejando lo que no tiene una interpretación clara, sería:

Porque mío es todo animal del bosque, el behemot en mil montes.
Conozco todas las aves del cielo, y el ziz sadai es mío.

La interpretación de Ziz Sadai como «insecto del campo» o «lo que se mueve en los campos» proviene del influyente Rashi del siglo XI, quien derivó ziz del verbo zuz, «moverse rápidamente». Pero la mayoría de los primeros comentaristas del Talmud, que aún estaban dentro del contexto original, lo entendieron como un ave, y no cualquier ave, sino un ave gigantesca. Ellos comprendieron que estas dos líneas, cada una con un hapax legomenon, confirmaban que cada una designaba a una criatura mítica, y que Adonai se glorificaba al declararse señor de ambas. Al igual que hace con la tercera criatura, el Leviatán, que presenta como prueba de su grandeza en el Libro de Job (40:25-32), como ya vimos:

¿Podrás pescar al Leviatán con un anzuelo? ¿harás pacto con él para que sirva a tu voluntad una vez por todas?

Así, los tres animales —Behemot, Leviatán y ziz sadai— forman un conjunto inseparable. Tres criaturas colosales que superan con creces cualquier dimensión humana, pero que aún así permanecen bajo el dominio de Adonai. Según los comentaristas del Talmud, Behemot es la criatura milagrosa de la tierra, Leviatán la del mar, y el ziz sadai la del aire, siendo este un ave gigantesca.

Behemot, Leviatán y el ziz sadai aparecen en la Biblia hebrea de Ulm de la Bibliotheca Ambrosiana, datada entre 1236 y 1238.

Hablando del Leviatán, ya mencionamos que proviene de los antiguos relatos de la creación del Cercano Oriente, que los judíos exiliados en Babilonia conocían muy bien y tejieron en su propia mitología. Durante el periodo del Segundo Templo, los estrictos editores sacerdotales eliminaron estos mitos de la versión oficial de la Torá que compilaron, pero aún así quedaron suficientes huellas en libros poéticos o anecdóticos, como los Salmos o el Libro de Job.

La idea fundamental de estas narraciones de la creación es que el dios o los dioses —ya sea Elil o Marduk, que más tarde ocuparía su lugar— debían someter primero al caos y a sus príncipes rebeldes, principalmente en las aguas, pero también en la tierra y en el aire.

El llamado cáliz ʻAin Samiya, hallado cerca de Ramala (aprox. 2300-2000 a.C., hoy en el Museo de Israel en Jerusalén), representa la más antigua ilustración conocida de la historia de la creación. En él, la deidad, tras vencer al caos, pone el sol en un bote sobre las aguas celestiales. Más abajo, el llamado prisma de Lidar Höyük (alrededor de 1800 a.C.) muestra escenas similares de la salida del sol, lo que indica que este mito era ampliamente conocido en el Antiguo Oriente. Todo esto se documenta en el último número del Smithsonian Magazine, del 13 de noviembre de 2025.

En las aguas, Tiamat-Leviatán; en la tierra, el toro divino —con el que incluso Gilgamesh debe enfrentarse— y en el aire… ahí está Anzu (su nombre original sumerio/acadio: Imdugud), un enorme pájaro de cara de león que habita en las montañas. Según el mito acadio más antiguo que se conserva, Anzu roba las tablas del destino de Enlil —que otorgan a su dueño poder sobre el destino de todos los seres vivos— y es el hijo de Enlil, Ninurta, quien debe derrotarlo y recuperarlas. Con Anzu, también el mundo del caos se rebela contra el nuevo orden, y son los dioses quienes deben someterlo.

Todo esto está detalladamente documentado por Nini Wazana, de la Hebrew University of Jerusalem, en su artículo “Anzu and Ziz: Great Mythical Birds in Ancient Near Eastern, Biblical, and Rabbinic Traditions”, publicado en el Journal of the Ancient Near Eastern Society 31 (2009).

Anzu/Imdugud aparece en la tabla votiva del rey lagashita Entemena, ca. 2400 a.C., Louvre

Anzu/Imdugud con dos íbices en un sello de ca. 2154–2100 a.C., Morgan Library & Museum

Anzu/Imdugud con dos ciervos en un friso de cobre de ca. 2500 a.C. de Tell-el-Obed, del antiguo templo de Ninhursag, British Museum

Anzu/Imdugud en un relieve votivo del rey Ur-Nanshe de Lagash, de la antigua ciudad de Girsu, ca. 2550–2500 a.C., Louvre

Anzu/Imdugud atacando un toro (quizá representación simbólica de la luna menguante), Tell-el-Obed, ca. 2600–2500 a.C., Penn Museum, Filadelfia

Anzu/Imdugud en un colgante de lapislázuli y oro del llamado «tesoro de Uri» descubierto en el palacio real de Mari (supuesto regalo del rey de Ur al rey de Mari), ca. 2500 a.C., Museo Nacional de Siria, Damasco

Anzu/Imdugud en el tesoro de Tell Asmar, de la antigua ciudad de Eshnunna, Bagdad, Iraq Museum

Anzu/Imdugud en el bastón votivo ofrecido por el rey Mesilim de Kish a la deidad Ningursu, de la antigua Girsu, ca. 2600–2500 a.C., British Museum

El combate entre Ninurta y Anzu en el relieve de la entrada del templo de la ciudad asiria de Nimrud, hoy en el British Museum. Grabado de Ludwig Gruner en Monuments of Nineveh, de Austen Henry Layard (1853). La descripción detallada del relieve puede leerse aquí

Ninurta atacando a Anzu, sello neoasirio de Nimrud, siglo VIII–VII a.C., The Walters Art Museum

El llamado Sello de Adda, ca. 2300 a.C.: Anzu/Imdugud ante el tribunal de los dioses, British Museum

Que Anzu realmente haya sobrevivido en los salmos bajo el nombre de ziz sadai durante tres mil años lo demuestra que la palabra sāday hapax legomenon, única en la Biblia y de significado incierto— proviene del epíteto acadio original de Anzu/Imdugud, šadû, que significa «montañés». Para Mesopotamia, las montañas eran lo desconocido y amenazante, de donde venían atacantes y tormentas, y Anzu era el dios de estos.

Otra pista la da la segunda aparición del nombre: el Salmo 80 describe a Israel como una vid magnífica sacada de Egipto y plantada en tierra nueva, ahora devastada por el enemigo:

יְכַרְסְמֶ֣נָּֽה חֲזִ֣יר מִיָּ֑עַר וְזִ֖יז שָׂדַ֣י יִרְעֶֽנָּה׃

Yekharsemennā ḥazīr miyyā‘ar, ve zīz sāday yir‘ennā

«Destruye el jabalí del bosque y devora el zīz sāday.»

Según Nini Wazana, estos dos seres corresponden simbólicamente a los dos enemigos que amenazaban a Israel en la época en que se compuso el salmo: el jabalí representa a Egipto, y el zīz sāday a la Asiria montañosa.

3.

La leyenda de nuestra «ilustración del ganso» no dice nada sobre toda esta historia de tres mil años. Ni tampoco el volumen en el que aparece.

La imagen proviene de un códice medieval conocido como North French Hebrew Miscellany, compilado entre 1277 y 1298 en el norte de Francia. Desde allí emprendió un viaje bastante aventurero: pasó por Alemania, Venecia, Padua y Milán, hasta llegar finalmente a la British Library en 1839 (Add MS 11639).

Este enorme manuscrito, formado por 746 folios de pergamino (1.492 páginas), contiene, además de la Torá, textos litúrgicos, la Hagadá, el texto hebreo más antiguo conocido del Libro de Tobit, escritos legales y poemas de Moisés ibn Ezra. Fue copiado por un único escriba, Benjamín, aunque sus 49 miniaturas fueron realizadas por varios artistas. Las imágenes estuvieron disponibles en la web de la British Library, pero desaparecieron con el tiempo. La editorial Facsimile Editions, especializada en facsímiles de manuscritos hebreos, publicó este códice, y todas las ilustraciones se pueden ver en su página web.

Las imágenes, que representan principalmente escenas bíblicas, no guardan mucha relación con el texto y forman, en cierto modo, una especie de miscelánea dentro de la miscelánea. Sus modelos provienen de la pintura gótica parisina de la época; el ave Bar Yochnei, por ejemplo, se inspira en los bestiarios cristianos contemporáneos.

fol. 518a-517b

La imagen del Bar Yochnei se enfrenta con el Juicio de Salomón. Entre ambas no se perciben muchas conexiones evidentes. Pero al pasar solo una página, nos encontramos con viejos conocidos. Aquí están: ¡Behemot y Leviatán!

fol. 518b-519a. זה שור הבר ze shor ha-bar «este es el buey salvaje» = Behemot, y זה לויתן ze livyātan «este es el Leviatán»

En el siglo V, Esdras y Nehemías, al regresar del exilio babilónico y preparar la versión definitiva de la Torá, probablemente depuraron de ella los mitos de la creación babilónicos y cananeos, que representaban la origen del mundo como una lucha entre los dioses y las fuerzas del caos. Conscientemente los reemplazaron con un relato monoteísta, donde el único Dios crea el mundo con solo su palabra, sin resistencia alguna. Sin embargo, las figuras derrotadas de esos mitos encontraron refugio en obras poéticas, en los Salmos y en el Libro de Job, y a través de la tradición rabínica que los interpreta, han seguido viviendo durante tres mil años.

The Ziz

We are soon saying goodbye to Blogger,
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Our new site:

https://riowang.studiolum.com

or, in short: https://wangriver.com

Until the full development of the new site is completed
—roughly by the end of the year—
we will publish our posts in parallel on both platforms,
but from New Year onwards only on the new one.
Until then, feel free to get used to it, subscribe to the RSS feed,
test the new functions with us,
and send us your suggestions on what and how we should improve.


Thank you!

I introduced the Jewish epilogue of the post on Saint Martin and his geese with this image, which, with its depiction of a goose-like bird and a signature unmistakably Jewish, proved perfect to illustrate the peculiar story of the Jews who delivered roast geese to the Habsburg emperor on Saint Martin’s Day.

But what exactly is this bird with that enormous egg?

The inscription only reads: זה עוף שקורין אותו בר יוכני zeh ʿof she-qorin oto Bar Yochnei, that is, “This is the bird called Bar Yochnei.”

All that remains is to figure out which bird is called Bar Yochnei.

1.

This name appears in the Babylonian Talmud. Tractate Bekhorot 57b amidst tales of wondrous animals and plants, mentions:

“Once an egg of the bird called bar yokhani (=the son of the nest) fell, and the contents of the egg drowned sixty cities and broke three hundred cedar trees.”

The colossal bird also shows up in Bava Batra 73b, in the adventures of Rabbah bar bar Hana whose travels and miraculous encounters would eventually find their way into Sinbad-style tales:

Once we were traveling in a ship and we saw a certain bird that was standing with water up to its ankles [kartzuleih] and its head was in the sky. And we said to ourselves that there is no deep water here, and we wanted to go down to cool ourselves off. And a Divine Voice emerged and said to us: Do not go down here, as the ax of a carpenter fell into it seven years ago and it has still not reached the bottom. [] Rav Ashi said: And that bird is called ziz sadai, as it is written: “I know all the fowls of the mountains; and the ziz sadai is Mine” (Psalms 50:11).

The mere existence of such a bird is miraculous enough—but two of them? That would be an even greater miracle. Later Talmudic commentators—implicitly the medieval Yalkut Shimoni, explicitly the Maharsha (1555–1631) of Poland in his commentary on Bekhorot 57b—identified the two as one and the same.

2.

We have thus learned that Bar Yochnei and the ziz sadai are one and the same. But what is the ziz sadai?

We’re in slightly better shape here: the ziz sadai is mentioned in two psalms. However, it doesn’t appear anywhere else in Scripture. Only the context of Psalm 50:10–11 hints at its identity:

כִּי־לִ֥י כָל־חַיְתֹו־יָ֑עַר בְּ֝הֵמֹ֗ות בְּהַרְרֵי־אָֽלֶף׃
יָ֭דַעְתִּי כָּל־ע֣וֹף הָרִ֑ים וְזִ֥יז שָׂ֝דַ֗י עִמָּדִֽי׃

Ki-lī kol-ḥaytō-yā‘ar, behēmōt beharᵉrê-’ālef.
Yāda‘tī kol-‘ōf hārīm, ve zīz sāday ‘immādī.

The difficulty is precisely that these two lines are translated in various ways, depending on how one interprets the animals behēmōt and zīz sāday mentioned in them.

for every animal of the forest is mine, and the cattle on a thousand hills.
I know every bird in the mountains, and the insects in the fields are mine.

(New International Version)

for all forest creatures are mine already, as are the animals on a thousand hills;
I know all the birds in the mountains; whatever moves in the fields is mine.

(Complete Jewish Bible)

A literal translation, preserving the parts with no clear interpretation, would read:

For the forest and all its beasts are mine, the Behemoth on a thousand hills;
I know every bird of the heavens, and the ziz sadai is mine.

The translation of Ziz Sadai as “field insect” or “thing that moves on the field” goes back to the highly respected 11th-century Rashi, who derived ziz from the verb zuz, meaning “to move about.” However, most early commentators of the Babylonian Talmud, who were still immersed in the original context, understood it as a bird—indeed, a giant bird. They reasoned that the two lines, each containing a hapax legomenon, confirm each other as referring to two distinct mythical creatures, and that Adonai here is glorifying Himself as the master of both. Just as He cites the third, Leviathan, in Job (40:25–32) as proof of His grandeur, as we have already seen:

„Can you catch the Leviathan with a hook or make a covenant with it to be your servant forever?”

Thus, the three creatures—Behemoth, Leviathan, and the ziz sadai—form a coherent triad. They are three gigantic, wondrous beings, far beyond human dimensions, yet Adonai maintains dominion over them. According to Talmudic commentators, Behemoth is the wonder of the land, Leviathan the wonder of the sea, and Ziz Sadai the wonder of the air, as it is a colossal bird.

Behemoth, Leviathan, and the ziz sadai in the Ulm Hebrew Bible (1236-1238) of the Bibliotheca Ambrosiana

As for Leviathan, we have already noted that it originates from ancient Near Eastern creation myths, well known to the Jews living in Babylonian exile, and woven into their own mythology. During the Second Temple period, the strict priestly editors purged these myths from the Torah in its officially compiled form, yet traces remained in poetic or anecdotal texts, such as the Psalms or the Book of Job.

The central theme of these creation narratives is that the god or gods—Elil, or later Marduk, who replaced him—must first subdue chaos and its rebellious rulers, primarily in the waters, but also on land and in the air.

The so-called ʻAin Samiya goblet (c. 2300-2000 BC, found near Ramallah, now in the Israel Museum of Jerusalem) provides the earliest known depiction of the creation story. The god, having conquered chaos, sets the sun afloat on heavenly waters in a boat. Below, the so-called Lidar Höyük prism (c. 1800 BC) shows similar sun-launching scenes, demonstrating that this myth was widely known throughout the ancient Near East. All of this is discussed in the latest issue of Smithsonian magazine, 13 November 2025

In the waters: Tiamat–Leviathan; on the land: the divine bull, which even Gilgamesh must confront; and in the air? There Anzu (by its original Sumerian/Akkadian name, Imdugud), the lion-headed giant bird of the mountains, who, according to the oldest surviving Akkadian myth, steals Enlil’s Tablet of Destiny—which grants its owner power over the fate of all living beings—and must be defeated by Enlil’s son, Ninurta. Here too, the forces of chaos rise against the new world order, and the gods must overcome them.

All of this is explored in detail by Nini Wazana of the Hebrew University of Jerusalem in “Anzu and Ziz: Great Mythical Birds in Ancient Near Eastern, Biblical, and Rabbinic Traditions” Journal of the Ancient Near Eastern Society 31 (2009).

Anzu/Imdugud on the votive tablet of Entemena, ruler of Lagash, c. 2400 BC, Louvre

Anzu/Imdugud with two ibexes on a seal from c. 2154–2100 BC, Morgan Library & Museum

Anzu/Imdugud with two stags on the copper frieze from Tell-el-Obed, c. 2500 BC, former temple of Ninhursag, British Museum

Anzu/Imdugud on a votive relief of King Ur-Nanshe of Lagash, from the ancient city of Girsu, c. 2550–2500 BC, Louvre

Anzu/Imdugud attacking a bull (possibly symbolizing the waning moon), from Tell-el-Obed, c. 2600–2500 BC, Penn Museum, Philadelphia

Anzu/Imdugud pendant in lapis lazuli and gold, from the so-called “Ur Treasure” discovered in the former royal palace of Mari (presumably a gift from the King of Ur to the ruler of Mari), c. 2500 BC, Damascus, Syrian National Museum

Anzu/Imdugud from the Tell Asmar Hoard, ancient Eshnunna, Baghdad, Iraq Museum

Anzu/Imdugud on the mace of King Mesilim Kishi dedicated to the god Ningursu, from ancient Girsu, c. 2600–2500 BC, British Museum

The struggle of Ninurta and Anzu on the entrance relief of an Assyrian temple in Nimrud, now in the British Museum. Engraving by Ludwig Gruner from Austen Henry Layard’s Monuments of Nineveh, 1853. A detailed description of the relief is available here 

Ninurta attacking Anzu. Neo-Assyrian seal from Nimrud, 8th–7th century BC, The Walters Art Museum

The so-called Adda Seal, c. 2300 BC: Anzu/Imdugud before the divine tribunal, British Museum

That Anzu indeed made it into the psalm, surviving there for three thousand years under the name ziz sadai, is further confirmed by the fact that the word saday—a hapax legomenon appearing only here in the Bible, with an uncertain meaning—derives from Anzu/Imdugud’s original Akkadian epithet šadû, meaning “mountain.” For Mesopotamia, mountains were the threatening unknown, the source of attackers and storms, whose deity was Anzu.

This is also reflected in the second occurrence of the name. Psalm 80 describes Israel as a splendid vine brought out of Egypt and planted in new land, now being ravaged by enemies:

יְכַרְסְמֶ֣נָּֽה חֲזִ֣יר מִיָּ֑עַר וְזִ֖יז שָׂדַ֣י יִרְעֶֽנָּה׃

Yekharsemennā ḥazīr miyyā‘ar, ve zīz sāday yir‘ennā

“ravaged by forest boar and devoured by the zīz sāday”.

According to Nini Wazana, in the symbolic language of the time, these two creatures correspond precisely to the two enemies that threatened Israel at the period when the psalm was composed: the wild boar representing Egypt and the ziz sadai representing the mountainous Assyria.

3.

The caption of our “goose illustration” says absolutely nothing about this entire three-thousand-year history. In fact, neither does the volume in which it appears.

The image comes from a medieval codex known as the North French Hebrew Miscellany. The manuscript was assembled in Northern France between 1277 and 1298. Through a winding journey via Germany, Venice, Padua, and Milan, it finally reached the British Library in 1839 (Add MS 11639).

This massive codex, comprising 746 parchment folios (1,492 pages), contains the Torah alongside liturgical texts, the Haggadah, the earliest known Hebrew text of the Book of Tobit, legal texts, and poems by Moses ibn Ezra. A single scribe, Benjamin, copied the text, while the 49 miniatures were painted by multiple artists. Their digitized images were once available on the British Library website but have since vanished. The facsimile publisher Facsimile Editions, specializing in Hebrew manuscripts, has issued this codex, and all illustrations are visible on their site.

The images that mostly represent biblical scenes do not directly relate to the texts; they form a miscellany within a miscellany. Their models were drawn from contemporary Parisian Gothic manuscript painting, while the Bar Yochnei bird derives from contemporary Christian bestiaries.

fol. 518a-517b

The image of Bar Yochnei is paired with Solomon’s Judgment. Little direct connection can be discerned between the two. But flip a page, and on the next two folios we meet old acquaintances: Behemoth and Leviathan!

fol. 518b-519a. זה שור הבר ze shor ha-bar “this is the wild ox” = Behemoth, and זה לויתן ze livyātan “this is the Leviathan”

In the fifth century BC, Ezra and Nehemiah, returning from Babylonian exile and finalizing the Torah, may have purged from it the Babylonian and Canaanite creation myths, which depicted creation as a struggle between gods and the forces of chaos, deliberately replacing them with a monotheistic story in which the single God brings the world into being by His word alone, without opposition. Yet the vanquished figures of these myths found refuge in poetic works, the Psalms, and the Book of Job, as well as in the rabbinic tradition that interprets them—and there they have continued to live for three thousand years.

Los gansos de San Martín

Si uno conduce hacia la frontera austriaca el día de San Martín, el 11 de noviembre, o incluso la cruza rumbo a Baviera o Chequia, los restaurantes a lo largo del camino seducen con carteles de cenas de ganso de San Martín, normalmente acompañados de fotos que hacen agua la boca. Hace seis o siete años, mientras me preparaba para el 1700º aniversario del nacimiento de San Martín, recorrí sus lugares de memoria desde su ciudad natal, Szombathely, hasta su tumba en Tours. Yo mismo comí ganso y hasta cociné uno. Sin embargo, mis fotos se perdieron y el libro que planeaba para la ocasión nunca se publicó. Así que, si alguien me envía una foto verdaderamente apetitosa de una cena de ganso esta noche de San Martín, la colgaré aquí.

La relación entre Martín y los gansos suele remontarse a la legendaria historia en la que el monje Martín se escondió en un gallinero en Tours para escapar de la multitud que quería hacerlo obispo, pero los graznidos de los gansos lo delataron. Los fieles tardíos de Martín, entonces, buscan vengarse de las aves por aquella traición. Es un placer sublime que, además de disfrutar una cena gourmet, podamos participar en un acto de justicia santa, con el alma más blanca que el plumaje de los pobres gansos.

Para el coleccionista de historias viajantes, ese graznido suena familiar, de hace varios siglos. Según Livio, en el 390 a.C., durante la ocupación gala de Roma, los sagrados gansos del templo de Juno en el Capitolio alertaron con sus ruidosos graznidos que los galos intentaban escalar por un pasaje secreto hacia el último refugio romano: el Capitolio. El ataque fue repelido y, desde entonces, un ganso formó parte de las patrullas nocturnas romanas, mientras que los perros dormidos eran juzgados en tribunales, y uno de ellos, probablemente el más dormilón, fue colgado.

English Bestiary, 1230-40. MS Harley 4751 © British Library

El ganso, como animal valiente era símbolo de Marte, hijo de Juno. No es extraño, entonces, que se lo asociara con Martín, quien, hijo de un oficial romano, recibió el nombre de Martinus, “perteneciente a Marte”.

Hay una fuente visual poco mencionada en este contexto. En el ciclo de la Leyenda de la Vera Cruz de Piero della Francesca en la iglesia de San Francesco en Arezzo (1452-1466), en dos escenas de batalla donde los monarcas cristianos vencen a sus enemigos paganos —el rebelde coemperador Majencio (312, arriba) y el rey persa Cosroes (612, abajo)— los enemigos huyen bajo estandartes odiosos (dragones, cabezas moras), mientras los cristianos luchan bajo emblemas romanos: el águila, el león, la cruz y —el ganso.

Pero, ¿es suficiente una leyenda popular obviamente inventada y una historia ambulante de destino incierto para explicar una tradición tan profundamente arraigada?

¿No podría ser que no fueran los gansos los que abordaron el tren de Martín, sino al revés: Martín quien, para aumentar su popularidad, se apropió de los gansos, que de todas formas se iban a comer ese día?

La cría de gansos es un negocio que requiere mucho trabajo. Hay que guiarlos, cuidarlos y alimentarlos. A diferencia de gallinas y palomas, que encuentran su sustento incluso en invierno, los gansos necesitan forraje verde. Por eso, al igual que los cerdos, los gansos que no se necesitan para la cría de primavera deben sacrificarse al comenzar el invierno. La fecha límite para ello es justamente el día de San Martín, el 11 de noviembre. ¿Por qué?

En la Europa católica, hasta el Concilio Vaticano II (1962–65), la Navidad estaba precedida por un ayuno de cuarenta días, al igual que la Pascua. De ello queda la costumbre de que en la mayoría de las familias católicas aún se coma pescado en la cena de Nochebuena, que todavía era día de ayuno, a diferencia del pavo protestante. Ese ayuno comenzaba justo después del 11 de noviembre. Así, el día de San Martín se convirtió en una última gran oportunidad de derroche, como el martes de carnaval antes de la cuaresma.

Pieter Baltens: Feria de San Martín, segunda mitad del siglo XVI, Rijksmuseum

En la víspera de San Martín, muchas costumbres se conservaron incluso en la Europa protestante, en Gran Bretaña y Alemania: el Martinmas o Martinmesse, la procesión de linternas antes del Adviento que simbolizaba los milenios de oscuridad esperando el nacimiento de Jesús.

This little light of mine. Martinmas lantern walk

Así que el 11 de noviembre estaba destinado a la última gran fiesta de gansos y luces antes del Adviento. Pero, ¿por qué la fiesta de San Martín también cae justamente en este día?

Normalmente, la fiesta de un santo celebra el día de su muerte, su “cumpleaños celestial”. Martín murió el 8 de noviembre. Entonces, ¿por qué se celebra el 11?

Como obispo de Tours, Martín introdujo la visitatio canonica, la visita anual a sus parroquias. En 397 murió durante una de estas visitas en un pueblo a orillas del Loira, hoy llamado Candes-Saint-Martin. Los locales querían conservar su cuerpo como reliquia, pero los de Tours lo reclamaron. Finalmente, unos marineros de Tours vinieron por él y sacaron el cuerpo de la parroquia de contrabando. Si mis fotos no se hubieran perdido, ahora podría mostrar cómo se representa este triste suceso en las vidrieras góticas de la iglesia parroquial de Candes-Saint-Martin. Luego lo transportaron por el Loira hasta Tours, donde, en medio de una enorme multitud, fue colocado en su tumba previamente preparada.

Todo esto ocurrió el 11 de noviembre. Contrario a la costumbre, la fiesta del santo se fijó no en el día de su muerte, sino en el día de su entierro.

No es difícil pensar que esto ocurrió porque el 11 de noviembre, como fiesta de anticipación a la cuaresma, ya era un día importante, esperando solo un santo: Martín.

San Martín vivió al máximo. Soldado que, invocando la prohibición de Cristo de usar la espada, se negó a pelear. Monje que fundó el primer monasterio de Europa. Obispo que organizó una diócesis pionera. Pero su grandeza también residió en saber morir en el momento justo —o casi, pero tenía amigos a su lado. Los gansos probablemente no eran parte de ellos. Pero si tienen que irse, mejor que mueran en nombre de San Martín. Como los cerdos en la fiesta de San Antonio.

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Epílogo. Los judíos, por supuesto, no celebran especialmente San Martín. Sin embargo, el ganso de San Martín forma parte de las importantes tradiciones judías húngaras.

Hasta 1840, los judíos en Hungría no podían establecerse en ciudades reales libres, custodiadas por burgueses cristianos que temían competencia. Hubo una excepción: Pozsony (hoy Bratislava). Allí, los reyes Habsburgo otorgaron personalmente derechos de asentamiento a los judíos, justo frente a la catedral de San Martín. Por ello, cada año, los judíos de Pozsony llevaban un ganso engordado, sacrificado ritual y perfectamente asado al palacio imperial en Viena, a pie, para que no lo sacudiera un carro. La costumbre se documenta en el Calendario festivo de Sándor Bálint y en el excelente blog Kötődések de Norbert Glässer, de donde proviene este montaje de artículos de 1942.

La tradición continuó mientras aún hubiera Habsburgo en Viena a quienes se les pudiera llevar gansos. Qué tan conocida era queda demostrado por la revista satírica Borsszem Jankó, en su número del 13 de noviembre de 1918. Esta edición salió justo después del alto el fuego general declarado a las 11 de la mañana del 11 de noviembre, es decir, el día de San Martín, cuando los tronos de las potencias derrotadas ya habían sido reemplazados por repúblicas. La revista, sin añadir ningún comentario y asumiendo el conocimiento amplio de su contexto por parte de los lectores, podía plantear la pregunta con total naturalidad:

“¿Quién sabe a dónde llevaron este año los judíos de Pozsony sus gansos de San Martín?”

La leyenda húngara, parafraseando el “mene tekel upharsin” bíblico (Dan 5, significado original: “Dios ha numerado, pesado y dividido al rey”), significa: “¡lárgense!”