El umbral de la entrada a la iglesia de Metekhi está desgastado y brillante por los más de ochocientos años de roces y besos de creyentes. La iglesia, se levanta sobre un acantilado junto al río en el centro de Tbilisi. Fue construida en el siglo V por el rey Vakhtang como capilla del palacio. Después de la devastación ejercida por los mongoles, entre 1278 y 1284, fue reconstruida por Demetrio II sobre la planta original y en el mismo estilo —que en aquel momento ya se tenía por arcaico: un ejemplo temprano de arquitectura historizante—. La siguiente devastación estuvo a punto de ocurrir en 1937, cuando Beria, durante la demolición de la antigua Tbilisi, quiso destruir también este emblemático edificio. Los intelectuales de la ciudad constituyeron una sociedad para preservarlo. Su líder, el pintor Dimitri Shevardnadze fue al parecer tentado por Beria con el nombramiento como director del Museo de Tbilisi si lograba poner fin a la resistencia. Al negarse, el pintor murió en la cárcel ese mismo año. Fuera como fuese, la iglesia sobrevivió. Tras haber sido convertida en teatro, en 1988 una huelga de hambre de los intelectuales concluyó con la devolución de la capilla a la Iglesia Ortodoxa de Georgia.
El sábado es día de bodas en Metekhi. En el patio, algunas parejas y sus familiares cumplen con la parte social de la fiesta mientras esperan su turno; en la puerta, mendigos, gitanos y fotógrafos se prometen algunos ingresos. La única y angosta nave de la iglesia acoge varias ceremonias a la vez; y mientras algunos fieles rezan en el iconostasio, otros encienden una vela ante los iconos o, en un rincón, se confiesan o piden consejo a los viejos sacerdotes.
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