Las rubias escotadas dan más compasión


El día que la tierra se detuvo (The Day the Earth Stood Still), la versión original de 1951, es un clásico de la ciencia ficción. Hace poco la vimos con unos amigos, siguiendo la recomendación de mi marido, el especialista del género en el grupo. Tiene todos los ingredientes esperables de una película de este tipo en los cincuenta: temor por amenzas externas, efectos especiales que hoy nos parecen risueños, mensaje pacifista y personajes con entereza moral. Sin embargo en este rubro de los personajes descubrimos una contradicción que es interesante comentar aquí.

La protagonista femenina es una madre viuda y todavía joven que perdió a su marido en la guerra y debe hacerse cargo ella sola de su hijo pequeño; trabaja de secretaria y tiene un novio muy formal y poco crédulo con el que mantiene una relación recatada y seria. He aquí unas imágenes de la joven madre donde se la ve con el tipo de vestuario que usará durante toda la película.


Aseguraría que en ningún momento atisbamos ni un centímetro más de su piel que en esta otra foto. Algo de sus piernas, tal vez, en la escena final donde enfrenta al robot usando el mismo vestido que aquí vemos, pero sólo lo que puede mostrar su falda por debajo de las rodillas.


Es por eso que nos llevamos una sorpresa cuando nos dirigimos a los posters con los que se promocionó originalmente la película en diferentes países. Allí descubrimos una imagen muy disitinta de la vista en la pantalla.


El robot es tal cual al que aparece en la película, sólo un poco exagerado su tamaño. Pero el cambio de la «la chica» es abismal. No han quedado rastros de la joven - madre - viuda - secretaria - recatada (por más que algunas le critiquemos –por envidia– el dejar todas las noches al pequeño Bobby para andar por ahí con el noviete ese...) y, last but not least, morocha co-protagonista...


Por lo visto las rubias escotadas y en problemas son más dramáticas y conmueven más (¡quién puede dudarlo!), es decir, funcionan mejor para producir «patetismo» y llevar gente a las salas de cine que las morochas tapaditas.


La pregunta es por qué, si esto lo sabían los publicistas, no intervinieron antes para crear en la película una situación con rubia y con escote. O al menos con morocha y con escote, como en este otro poster, mentiroso a medias.


Podemos suponer, entonces, que a principios de los años 50 el marketing no tenía el (súper)poder actual de intervenir en las etapas creativas de las películas. Pero también nos damos cuenta de que no tenían mucho problema en mentir descaradamente, como aquí, presentando una imagen publicitaria que jamás vería el espectador de la película, inocentemente atrapado por sus anzuelos mediáticos…


Más allá de rubias o morochas, en realidad se ve que lo más llamativo de la película a lo largo de los años siempre ha sido el metálico ¿Gork? ¿Gorp? ¿Cómo era el nombre del robot? ¿Y quién se acuerda de las palabras que había que decirle para frenar su proyecto de destruir la Tierra? No deberíamos olvidarlas, por las dudas, aunque no seamos rubias escotadas...


2 comentarios:

Studiolum dijo...

Solo un comentario muy rápido que no debe sonar a nota resabiada a pie de página. Es que las palabras que hay que pronunciar para detener a Gort son todo un icono de la cultura popular del siglo XX, y sin duda darían para un par de tomos de referencias y citas divertidas. Son nada menos «Klaatu Barada Niktó». Para tener una primera idea de su repercusión universal ved la Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Klaatu_barada_nikto

Eso: no quería que dejaran de estar escritas como un mantra en un post sobre esta película inolvidable.

Y por descontado, morochas, no las olvidéis porque nunca se sabe cuándo habrá que usarlas.

Julia dijo...

¡Al fin alguien que las dice!
Pensar que estuvimos tanto tiempo en peligro...
Y ahora podremos enviar a Gorp a otras misiones (tengo justo estos días unos destinos académicos muy precisos!)