La supervivencia de las imágenes


Hace unos días se comentó la noticia de que se iban a publicar unos cuadernos desconocidos del director Luis García Berlanga, con notas personales, aforismos, apuntes sobre cine y literatura, fotos, poemas de juventud, dibujos. Los cuadernos tienen setenta años —Berlanga tenía entonces veinte— y pertenecen a un episodio también lejano en nuestra conciencia histórica, la participación de los españoles en el frente ruso de la Segunda Guerra Mundial por medio de La División Azul. Con ella se fue Berlanga el 14 de julio de 1941 fundamentalmente por un motivo: que conmutaran la pena de muerte dictada a su padre, diputado de Unión Republicana, un partido de centro izquierda burgués. En alguno de esos textos —según se nos dice en los avances que han salido hasta ahora— se muestra un Berlanga falangista y a la vez antifranquista.

Un vagón de la División Azul partiendo hacie el Frente Oriental, julio de 1941. Luis García Berlanga es el segundo de abajo por la izquierda

Tren de soldados alemanes hacia París, durante la I Guerra Mundial. Los vimos en la entrada Excursión

En todo el mundo, gracias a Internet, se está produciendo una avalancha de materiales fotográficos y de archivos recuperados. Una de las zonas más activas es Rusia, pero lamentablemente su visibilidad está muy apagada desde el ángulo occidental. Rebuscando por allí hemos encontrado esta sorprendente foto rusa de la División Azul (abajo). Los soldados españoles se entretienen en una sesión improvisada —y un poco chusca— de «toreo de salón» al aire libre. Seguramente está tomada en el frente de Stalingrado.


Es muy tentador pensar que Berlanga estaba ahí y que esta escena fuera el núcleo imaginario de su película La vaquilla, de 1985. Aunque parezca una fecha muy tardía para ello, La vaquilla fue la primera película que se permitió una mirada humorística hacia la Guerra Civil española, y provocó, aún entonces, reacciones bastante encontradas. La historia cuenta en clave de farsa el intento de robo por parte de los republicanos de una vaquilla que va a ser lidiada en un pueblo controlado por los nacionales. La tropa republicana, hambrienta y atrincherada a las afueras del pueblo, se las ingenia mal que bien para llevársela. Obviamente, sin intención de lidiarla, sino de comérsela.


Guardamos tantas imágenes que germinan y solo se solidifican en nuestra memoria muchos años después, para renacer de pronto con toda su fuerza: poiesis. Aby Warburg hablaba de imágenes supervivientes (Nachleben): quizá aquella escena de la División Azul, con su fondo absurdo, haya sido una de este tipo para Berlanga. Sin duda, uno se hace fotógrafo o cineasta, menos para registrar el mundo que para dar salida a las imágenes que le habitan.

Páginas de uno de los cuadernos recién recuperados de Berlanga que pronto verán la luz

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente post. Un sólo apunte: La División Azul jamás estuvo en el frente de Stalingrado; toda su actividad se desarrolló en las cercanías de Leningrado, en el sector norte del frente del Este