Por la eterna memoria

«Por la eterna memoria de los caídos en la lucha contra el alcoholismo y la embriaguez»

Tanto el alcoholismo de masas como su combate formaron parte de la vida cotidiana de la Unión Soviética desde su formación hasta su disolución. Durante gran parte del siglo XIX, el consumo de alcohol per-cápita de los rusos fue de los más bajos de Europa, y además estaba estrictamente controlado por las comunidades rurales y urbanas y las activas sociedades defensoras de la sobriedad. Tras la imposición de la industrialización forzada que introdujo el comunismo, millones de campesinos marcharon a las ciudades. Liberados de aquellos controles de su comunidad y con acceso al alcohol barato, rápidamente instauraron una cultura de embriaguez permanente - una forma de beber orientada a la rápida pérdida de conciencia.

El Estado soviético, por un lado, apoyaba estas actitudes como un instrumento para drenar las tensiones sociales: Stalin en 1930, al comienzo de aquella industrialización monumental, escribió al Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, Molotov, exigiéndole «el mayor aumento posible de producción de vodka con objeto de una real y seria defensa del bien de nuestro país». Por otro lado, el Estado tenía claro que este nivel de consumo de alcohol conduciría a una reducción drástica de la esperanza de vida (las expectativas de vida masculina habían caído hasta los 47 años en la década de 1990) y que, debido a la descomposición temprana de las familias se alteraba de forma significativa la tasa de natalidad de Rusia. Como ambas cosas iban restando competitividad a la Unión Soviética en su carrera contra el sistema capitalista, de tanto en cuanto el gobierno lanzaba alguna campaña antialcohólica. A la vez, el gobierno sabía bien que no podía renunciar a los beneficios que le reportaba el monopolio del alcohol: en los inicios del comunismo los impuestos al alcohol significaban un cuarto de los ingresos del Estado; su drástico descenso en 1985, con la campaña antialcohólica de Gorbachov, fue un factor importante del declive de la economía soviética.

En próximas entradas describiremos algunas de los episodios importantes de esta historia, a partir de fuentes rusas y estadounidenses. Saldrán en la serie americana «Points: The Blog of the Alcohol and Drugs History Society» («Puntos: Blog de la Sociedad de la Historia del Alcohol y las Drogas», organización afiliada a la American Historical Association) a solicitud de su editora en jefe, Trysh Travish, que nos descubrió nuestras entradas sobre las campañas antoalcohólicas húngaras de principios del siglo XX y las soviéticas del gobierno de Gorbachov. Desde las asociaciones pro-templanza en la Rusia zarista hasta la prohibición del alcohol a principios del comunismo, pasando por la campaña de 1929-30 con sus reediciones periódicas tras la muerte de Stalin en 1953, y la «ley seca» de Gorbachov, examinaremos en cada entrada una serie de publicaciones para ver cómo trataron de frenar a la «serpiente verde» del alcoholismo. También publicaremos los artículos aquí, sin las limitaciones de espacio que allí impiden colocar todas las imágenes.


Las manifestaciones visuales más espectaculares de las campañas antialcohólicas fueron sin duda los carteles, de los cuales han sobrevivido alrededor de un centenar del período comprendido entre 1920 y 1990. La mayoría de ellos se convirtieron en iconos, y siguen influyendo, si no en el consumo de alcohol, sí en la cultura visual de los rusos contemporáneos. Hemos ilustrado el primer post de introducción en Points con los doce carteles a favor de la templanza, en su mayoría de la década de 1950, que ya comentamos como modelos del calendario anti Coca-Cola del kvas Nikola del año 2009, cuyas páginas fueron comentadas en detalle en el momento de su publicación. No las ponemos aquí de nuevo, sino que comenzamos a recopilar, a partir de imágenes presentes en la web, un museo virtual de carteles soviéticos acerca de la sobriedad: aunque nos referiremos a algunos de ellos más adelante, aquí están reunidos. Una parte de estas imágenes es bien conocida y aparece en buen número de sitios occidentales, pero otra parte sólo se encuentra en algunos blogs rusos bastante ocultos. Lo malo es que en pocas ocasiones se indica el año de publicación, por lo que tenemos que conformarnos con conjeturar a partir de su estilo para adscribirlas a alguna de las grandes campañas: 1920-25, 1929-30, 1954-58, 1971-72, 1985-1987. Intentaremos ampliar constantemente tanto el número de fotografías como sus datos, y agradeceremos cualquier ayuda en este sentido. Y toda vez que podemos esperar una abundante cosecha de entradas, hemos abierto un nuevo capítulo entre las varias guerras del siglo XX en nuestra lista «Brave old world», con el título de «Guerra contra el alcohol».

¡Qué vergüenza! - Se emborrachó, juró, rompió un árbol - le da vergüenza mirar a la gente a la cara
(1958, N. Velezheva, N. Kuzovkin)


¡Ni una gota!


El veneno del «brillo de luna» (el destilado) agosta la salud de los trabajadores


¿Cómo podemos erradicar la embriaguez? - Por medio de la escuela, el club, los centros culturales de los pueblos hasta vencer a la embriaguez. - ¡Pioneros! Enseñad a vuestros padres a no beber. ¡Maestros! Explicad los daños del alcohol a los niños. ¡Jóvenes! Haced deporte, y no queráis beber. ¡Mujeres! Levantaos contra la embriaguez y los borrachos. Id al cine y al teatro - entretenimientos razonables. Pasad el tiempo libre en el club y en la casa de cultura del pueblo. Jugad al ajedrez - es una actividad útil.


El amigo del vodka es enemigo del sindicato



2 comentarios:

xopxe dijo...

Y del otro lado:

http://cargueconcuidado.blogspot.com/2008/08/campaa-por-bebidas-alcoholicas.html

La motivación es de lo más curiosa. El ministerio encargado de la producción le solicita a los consumidores que se aseguren que no les sirvan de menos. Presumiblemente como estafa por dependientes del Ministerio encargado de la comercialización.

Studiolum dijo...

En los años veinte había, en efecto, una campaña por el consumo de la cerveza (en vez de la vodka), con la partecipación de nada menos que Mayakovski. Unos pocos carteles, como éste, han sobrevivido, y queremos presentarlos en un próximo post.