Ya hemos escrito que el 24 de agosto, día de San Bartolomé, es un día de luto no sólo para los calvinistas de Francia, también para los de Szék (Sic, en Rumania). En 1717 los tártaros que asolaban todo el norte de Transilvania, al haber encontrado infranqueables las puertas de la rica ciudad armenia vecina de Szamosújvár / Gherla, se resarcieron entrando en la ciudad de Szék. La saquearon a conciencia y asesinaron o secuestraron a la mayor parte de sus habitantes. Solo sobrevivió un centenar de personas. Sus descendientes desde entonces llevan luto y cumplen el voto que hicieron de recordar la tragedia con tres celebraciones penitenciales en este día.
El segundo servicio, a mediodía, se dedica a la memoria. El pastor lee el relato contenido en la crónica de 1759 y los testimonios de la investigación realizada en 1771.
Tamás István, de 57 años, dice. Yo también fui secuestrado junto con otras personas de Szék, en el pantano de Kaján. Mi padre fue asesinado. Muchos todavía están allí, en manos de los paganos.
Balog György dice que 700 personas fueron hechas prisioneras en Szék. Él lo oyó de su padre y del viejo Miklós Pószás, de origen ruso.
Sipos István, de 70 años, dice. Mi padre fue secuestrado junto con los demás.
Mihály Molnár, de 68 años, dice. Una gran parte de los de Szék fueron secuestrados. Apenas un centenar quedaron, niños incluidos.
Nemes Kis Erzsébet, viuda de Havadi András, de 76 años, dice. Yo también fui secuestrada junto con otros por los paganos, recuerdo haber sido secuestrada junto con otros ciento cuarenta, de los cuales sólo sé de cuatro que fueran puestos en libertad más tarde.
Havadi András, de 43 años, dice. Sé muy bien que un gran número de personas fueron secuestradas, porque aún guardo la lista de una parte de ellos, 86 en número, que nunca han regresado. Havadi Klára fue secuestrada a la edad de 2 años y la trajeron de vuelta a Szék a la edad de 3 años y 6 meses. Murió en 1768.
Csorba Benedek, de 65 años, dice. Hacia finales de agosto de 1717 los tártaros, después de haber penetrado por el valle de Beszterce / Bistriţa, también me hirieron y me llevaron a Máramaros / Maramureş. Fui rescatado dos semanas más tarde, pero a mi hermana se la llevaron para siempre junto con otras personas de las cuales sólo unas pocas fueron puestas luego en libertad.
Faragó o István Balásfi: Sé que muchos fueron secuestrados. Yo fui rescatado de la mano del tártaro por mi padre cerca de la frontera de Szék.
Árkosi Borbála, de 73 años. Siendo una niña pequeña, estaba sentada en la cuesta de la iglesia y vi cómo los estatutos fueron destruidos. El pastor quedó vivo, pero en calzoncillos. Faragó György fue asesinado y yo fui secuestrada también. Me rescataron once días más tarde.
Kovács Márton: Contemplé desde la colina cómo la iglesia era devastada y los estatutos destruidos por los tártaros. Derribaron la puerta de la iglesia, la gente corría hacia Kaján, pero en el pantano les alcanzaron y secuestraron a un gran número de ellos.
Sós Pál, de 78 años. Mi esposa, Bardos Erzsébet, también fue secuestrada, y más de 600 junto con ella.
Balog György dice que 700 personas fueron hechas prisioneras en Szék. Él lo oyó de su padre y del viejo Miklós Pószás, de origen ruso.
Sipos István, de 70 años, dice. Mi padre fue secuestrado junto con los demás.
Mihály Molnár, de 68 años, dice. Una gran parte de los de Szék fueron secuestrados. Apenas un centenar quedaron, niños incluidos.
Nemes Kis Erzsébet, viuda de Havadi András, de 76 años, dice. Yo también fui secuestrada junto con otros por los paganos, recuerdo haber sido secuestrada junto con otros ciento cuarenta, de los cuales sólo sé de cuatro que fueran puestos en libertad más tarde.
Havadi András, de 43 años, dice. Sé muy bien que un gran número de personas fueron secuestradas, porque aún guardo la lista de una parte de ellos, 86 en número, que nunca han regresado. Havadi Klára fue secuestrada a la edad de 2 años y la trajeron de vuelta a Szék a la edad de 3 años y 6 meses. Murió en 1768.
Csorba Benedek, de 65 años, dice. Hacia finales de agosto de 1717 los tártaros, después de haber penetrado por el valle de Beszterce / Bistriţa, también me hirieron y me llevaron a Máramaros / Maramureş. Fui rescatado dos semanas más tarde, pero a mi hermana se la llevaron para siempre junto con otras personas de las cuales sólo unas pocas fueron puestas luego en libertad.
Faragó o István Balásfi: Sé que muchos fueron secuestrados. Yo fui rescatado de la mano del tártaro por mi padre cerca de la frontera de Szék.
Árkosi Borbála, de 73 años. Siendo una niña pequeña, estaba sentada en la cuesta de la iglesia y vi cómo los estatutos fueron destruidos. El pastor quedó vivo, pero en calzoncillos. Faragó György fue asesinado y yo fui secuestrada también. Me rescataron once días más tarde.
Kovács Márton: Contemplé desde la colina cómo la iglesia era devastada y los estatutos destruidos por los tártaros. Derribaron la puerta de la iglesia, la gente corría hacia Kaján, pero en el pantano les alcanzaron y secuestraron a un gran número de ellos.
Sós Pál, de 78 años. Mi esposa, Bardos Erzsébet, también fue secuestrada, y más de 600 junto con ella.
Después del servicio sugerimos que dentro de seis años, cuando se cumpla el tricentenario de estos hechos, sería bueno invitar a los representantes de los tártaros para una reconciliación oficial. Conocemos a gente que la podría propiciar sin duda. Nuestros anfitriones agitan la cabeza. «Todavía es demasiado pronto», dicen.
El textus es el primer versículo del Salmo 79: ¡Oh Señor!, han entrado las gentes en tu heredad, han profanado tu santo recinto y han reducido Jerusalén a un montón de escombros. La congregación canta una antigua paráfrasis local del salmo.
öröködbe uram pogányok jöttek meggyalázták kövét szent küszöbödnek kezük a várost halálra vetették orcáink sorát siralommá tették szolgáidnak testek akik megölettek temetetlen maradtak vagy akik megölték ételül vetették a mezei vadaknak hogy folyt a vér ottan a szent a drága kövér patakokban mint a víz árja kővé dermedtünk a nagy öldöklésre s nem maradt szívünk méltó temetésre | Paganos vinieron, oh Señor, a tu heredad, a profanar la piedra de tu santo umbral sus manos han dado muerte a la ciudad, se transforman nuestros rostros en lamento, los cuerpos de tus siervos que fueron asesinados quedaron insepultos, o quienes los mataron los arrojaron como alimento a las bestias del campo, cómo corría la sangre, santa, preciosa en gruesas corrientes, como fluye el agua, nos quedamos petrificados a la vista de la matanza no teníamos fuerzas para un entierro digno. |
Estamos, en Szék, al final de diez días de viaje por Galitzia, ya de camino a casa. Hemos visto mucha destrucción causada entre sí, una vez y otra, por los pueblos que viven en esta región. Este salmo bien podría servir de lema a nuestro recorrido.
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