Un trozo de historia

Cuando solo hace unas semanas que una nueva palabra ha aumentado en un 25% el vocabulario húngaro de Francesca, ya nos ofrece su primera traducción de esta lengua al italiano. La damos aquí también en español (Studiolum)


Történelemóra

a történelmet próbáltam
magyarázni a köveknek
hallgattak

próbáltam a fáknak
bólogattak

próbáltam a kertnek
szelíden rámmosolygott

a történelem négy
évszakból áll mondta
tavaszból nyárból
őszből és télből

most éppen tél jön

Kányádi Sándor
Lezione di storia

ho provato a spiegare
la storia alle pietre
hanno taciuto

ho provato con gli alberi
hanno annuito

ho provato col giardino
mi ha sorriso dolcemente

la storia è composta da
quattro stagioni
ha detto, la primavera l’estate
l’autunno e l’inverno

ora è l’inverno che viene


Sándor Kányádi
Lección de historia

he intentado explicar
la historia a las piedras
han callado

he probado con los árboles
han aasentido

he probado con el jardín
me ha sonreído dulcemente

la historia se compone de
cuatro estaciones,
ha dicho, primavera, verano
otoño e invierno

ahora le toca al invierno


Sándor Kányádi

Tomo nota de un verbo bello y peligroso: magyaráz (en infinitivo magyarázni, explicar). Españolizar, italianizzare, franciser, to anglicize, etc. indican generalmente solo la adaptación ortográfica o fonética a la respectiva lengua. Verdeutschen se le acerca más, pero no del todo: habitualmente se refiere o a la alemanización o al acto de traducir al alemán, y es tan solo de manera figurada que verdeutschen pude asumir el sentido de explicar con palabras simples, hacer comprensible. Magyaráz, por su parte, quiere decir justamente explicar, sobreentendiendo –y es aquí donde está su belleza y su peligro– que solo mediante el húngaro se puede realmente entender.

Bello y peligroso como Transilvania, donde Kányádi nació. Así la describe un escritor italiano:
«Ser transilvanos – dice Pál Bodor – quiere decir ser greco-orientales, catolicos romanos y armenios, calvinistas, evangélicos, hebreos, protestantes, unitaristas; quiere decir ser codo a codo rumanos, húngaros, eslavos, sajones, armenios. Este espacio de convivencia ha creado la grande “utopía transilvana”, la esperanza de vivir y prosperar juntos. Una esperanza que de vez en cuando se hizo realidad, como en las grandes revueltas de los campesinos». Pero la utopía, quizá, resiste aún hoy. Hay intelectuales que denuncian abiertamente la trampa nacionalista. Como los escritores Jebeleanu, Dinescu e Crasnaru que se han atrevido a protestar contra la emergencia de ciertas tesis chauvinistas. O el escritor Dorin Tudoran, que ha dirigido con el amigo húngaro Géza Szőcs un aviso a la ONU sobre este tema. Cuenta Bodor: “Hay allí dos poetas, uno húngaro, el otro rumano: Sándor Kányádi y Ioan Alexandru. Son amigos de toda la vida, traduce uno la poesía del otro. Dos destinos paralelos, un solo gran sentimiento de hermandad. La utopía transilvana está hecha de hombres como estos.»

Paolo Rumiz, Danubio: storie di una nuova Europa, Edizioni Studio Tesi, 1990

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