Figurillas votivas etruscas (= ofrecidas a los dioses) de bronce, procedentes del Museo Arqueológico de Fiesole.
Pequeñas figuras esbeltas, de paso ligero, que tras repetirse cientos de veces se han depurado hasta sus formas más elementales, como las letras de una escritura a mano. Grotescas y alegres a la vez. Pero no son simples objetos, ni figuritas para una estantería: cada una representa a una persona real, en un momento de gran necesidad, cuando debía pedir ayuda divina —en la enfermedad, en un giro de la vida, antes de una competición, con la esperanza de una victoria decisiva. Un pequeño y angustiado pueblo de sombras. Los humanos hace tiempo que desaparecieron; solo ellos permanecen aquí, aún aferrados a sus males, sin saber ya por quién ni dónde deberían dejarlos.
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