En Zapala, provincia de Neuquén, descubrimos, doblando la esquina, un habitante no esperado de la estepa patagónica.
Estoy segura de que estas tierras serían un excelente escenario para aventuras quijotescas (de hecho lo han sido más de una vez), así como también para dilatados diálogos con escuderos fieles y sensatos.
Restaurante "Don Quijote" en Zapala, la próxima vez que pasemos por allí nos sentaremos a sus mesas.
Días después, del otro lado de la cordillera, un don Quijote chileno nos esperaba. Primo cercano, tal vez, del de Regazzoni que recorría la Pampa argentina, aunque con menos libertad: éste se hallaba enmarcado en Pucón, entre el lago y el volcán Villarrica, condenado a recorrer el camino que su obsesión le fijaba.
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