El peligro del mal de ojo es también familiar a la cultura tradicional judía, que lo combate con fórmulas apotropaicas parecidas. Además de la «Mano de Miriam», versión judía de la mencionada «Mano de Fátima», también encontramos esta información en la Wikipedia, en el artículo “Evil Eye”:
Muchos judíos practicantes evitan hablar sobre los objetos de valor que poseen, o sobre la buena suerte que hayan tenido, en particular sus hijos. Si alguna de estas cosas se menciona, quien habla y/o su oyente dirán: “b'li ayin hara” (hebreo), que significa “sin ningún mal de ojo”, or “kein eina hara” (yidis; a menudo abreviado en “kennahara”), “no hay mal de ojo”.
Podemos ver la variante visual exacta de este gesto en Quba, el asentamiento de los Judíos de Montaña, donde los acaudalados judíos caucasianos han ido edificando impresionantes palacetes de varios pisos, cubiertos de mármol, de un gusto y una ostentación similar a la de los «palacios gitanos» que encontramos en tantos pueblos de Transilvania y Maramureș. Y los protegen con la versión local, turca, del talismán, el nazar, contra cualquier malicioso asalto de la inevitable envidia.
El nazar, tan popular entre los musulmanes de Azerbaiyán, salta a la vista en muchas otras casas del barrio de los Judíos de Montaña azerís, a menudo al lado de los «mezuzah samaritanos», hechos de piedra, de los que hablaremos próximamente.
La preparación a la vida adulta nunca empieza demasiado pronto. La industria de chucherías apoya así a la juventud de Azerbaiyán con los caramelos «Nazar». No solo el nombre nos recuerda el amuleto contra el mal de ojo, la bolsa muestra también el conocido talismán. Obviamente contra la envidia de los amiguitos que no tengan una.
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