En la calle detrás de la catedral de Ruan, la Rue Saint-Romain, llamada así por el santo obispo de la ciudad, se abre una tienda interesante. La Galería Uchiwa, una tienda japonesa con grabados de allí, libros de arte, álbumes de Utamaro, Hiroshige, Hokusai y recuerdos japoneses. Es muy atinado que precisamente en la cuna del impresionismo exista una tienda de grabados japoneses, que tanto inspiraron la visión de los impresionistas y postimpresionistas, hasta el punto de desarrollarse un movimiento desgajado llamado «japonismo».
Curioseamos entre los objetos, hojeando los libros. La vendedora se ofrece a ayudarnos. Empezamos a hablar sobre las cosas que tiene allí a la vista.
«¿Cómo es que abrió aquí una tienda japonesa? ¿Tiene algo que ver con el japonismo?»
«“No creo. La propietaria, mi amiga, comenzó esta tienda como enmarcadora, y poco a poco se fue interesando por los grabados japoneses, tanto que ahora forman el perfil de la tienda.»
«Cuál es su público, quién compra aquí grabados japoneses?»
«Por una parte, coleccionistas de toda Francia. Quizá haya solo cuatro tiendas así en todo el país, de modo que cualquiera que se interese por ellos vendrá aquí de vez en cuando. Pero también muchos jóvenes. Francia es la patria del cómic, la mayoría de los cómics se publican aquí y en Bélgica. Y también el manga. Después de Japón, aquí es donde más manga se publica. El manga les resulta familiar a los jóvenes que leen cómics, y enseguida reconocen los grabados japoneses que se relacionan con ellos. Al fin y al cabo en Japón el manga y los grabados forman un continuo. Son sobre todo los de la generación de treinta y cuarenta años quienes, al dejar atrás el manga, saben apreciar los grabados japoneses originales y entran a comprar.
«¿Tiene también visitantes japoneses? ¿Qué le dicen? ¿Compran?»
«Sí, también entran turistas japoneses, y se sorprenden mucho, incluso se conmueven. Los japoneses no saben lo populares que son los grabados japoneses en Occidente, especialmente en Francia, y se quedan asombrados de que haya aquí una tienda especializada. Pero no compran. En Japón los grabados clásicos ya no tienen un público tan amplio. Con todo, aún hacen versiones modernas» —nos enseña algunas— «pero incluso esto es raro porque es un género demasiado laborioso, ya casi nadie se atreve a con él.»
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