Pero el desierto persa no es un lugar muerto. Plantas que toleran la sequía viven en las tierras salinas, y dan refugio y comida a un buen número de especies animales. Y allí donde lo hacen posible los pozos excavados hasta los acuíferos y los sistemas de canales subterráneos de varios miles de años de antigüedad, brotan del suelo pueblos, ciudades y caravasares, se riegan los campos y se produce arroz, azafrán, pistachos...
En contraste con nosotros, europeos, los iraníes no consideran el desierto un lugar terrible. Los nombres indoeuropeos para esta tierra, desierto, Wüste, pustina, vienen de palabras latinas, germánicas o eslavas con el sentido de “abandonado, vacío”, mientras que el origen del persa کویر kavir es el verbo “cercar, aceptar, acoger”, relacionado con el latino capere. La gente de ciudad iraní va de excursión o de picnic al desierto con la misma actitud placentera de descubrimiento con la que nosotros vamos a las montañas. Y respecto a la relación de los agricultores locales con el desierto, el famoso fotógrafo iraní Nasrollah Kasraian dice lo siguiente en su introducción a un álbum publicado recientemente, کویرهای ایران Kavirhâ-ye Irân, “Los desiertos de Irán”:
“Yendo del santuario de Agha Ali Abbas a Maranjab me senté a descansar con un pequeño grupo de jornaleros afganos y un afable granjero, de mediana edad, de Isfahán. Cultivaba melones en su pequeño terreno y me invitó a una taza de té. Le comenté que estaba haciendo fotos del desierto. Me dijo que no sabía leer ni escribir pero que consideraba el desierto hermoso. Había estado en el Mar Caspio, donde todo era verde, y lo encontró aburrido. Para él cada rincón del desierto era de un tono diferente. Había tanto que ver. Puedes de pronto subir a una colina ocre, dijo, y preguntarte quién ha esparcido tanto color por esa ladera. Un poco más allá descubrirás también una banda de plata en la misma duna. Tuve que estar de acuerdo con él. Yo sé leer y escribir, pero estas cosas solo sirven para asuntos específicos. Aquí, dije, es el ojo lo único que cuenta y nosotros dos vemos las mismas cosas. He perseguido estas escenas durante los últimos treinta años o así, continué, y quiero enseñarlas también a los demás.”
Kasraian, miembro de una gran familia iraní de artistas, ha fotografiado Irán desde 1966. Ha publicado veinte álbumes sobre las ciudades históricas de Irán, así como sobre los nómadas iraníes, desde los turcomanos a los kurdos y balujis. Desde finales de los 70 recorre el desierto. Para su nuevo álbum seleccionó ciento cincuenta fotos del trabajo de unos cuarenta años.
Asentamientos del desierto iraní ilustrados en las fotos de Kasraian. El borde de la “bandeja” es casi circular, pero sus partes superior y oriental fueron separadas de Persia a principios del s. XIX por los poderes ruso y británico como Tajikistán y Afganistán. Los iraníes hablan del desierto como una región continua, solo la geografía europea del s. XIX diferenció las Llanuras Saladas del norte (Kavir) del Desierto Yermo del sur (Lut).
Kayhan Kalhor (kamanche): شب کویر (Shab-e kavir, La noche del desierto, 6:15). Del álbum شب، سکوت و کویر (Shab, sokut ve kavir, Noche, silencio y desierto)
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