Publicamos esta entrada simultáneamente aquí y en el Boletín de la Asociación Cultural Húngaro-Judía. |
De repente me despierto para ver que estamos en una reluciente gasolinera donde Andrea pregunta gde nakhoditsya vokzal, ¿dónde está la estación de tren? De no haber ella notado que este lugar le resultaba familiar ya habríamos pasado Kőrösmező. La vokzal está sólo a medio kilómetro, en la ladera de la colina. Hacemos los últimos cien metros a pie. Es cerca de medianoche. El edificio de la estación de tren está a oscuras y desierto, y justo debajo de nosotros, en el valle, parpadean las luces de la ciudad dormida. Con la luz de un teléfono móvil buscamos alguna placa en la pared de la estación. La húngara y la ucraniana han desaparecido hace mucho tiempo; solo una, rota, escrita en mal hebreo, queda todavía en su sitio. Las hermanas Prágai dejan una pequeña corona de flores apoyada en la pared, luego pondrán otra mayor en la fosa común de Kamenets-Podolsk, por su abuelo, que siguió este camino. Diez hombres judíos nos acompañan pero no todos saben la oración de memoria. Andrea saca su calendario judío, e ilumina con el iPhone el texto del kadish.
Ocho meses más tarde, a plena luz del día, la carretera ya no es aquella desolación. La mayoría de los baches han sido cubiertos y tres placas acaban de ser colgadas de la pared de la estación. La reparación la inició el Estado húngaro a instancias de la Asociación Cultural Húngaro-Judía y el Holocaust Memorial Centre después de nuestra visita de abril. También se pusieron en contacto con el Cónsul de Hungría en Ungvár/Uzhgorod, quien visitó el lugar, y el Cónsul General József Bacskai además encontró una foto donde se ven intactas las tres placas inauguradas en 2009 por el Instituto Teológico Luterano Wesley John. Así estas tres placas se reconstruyeron y colocaron en la pared como trabajo social en diciembre de 2013.
«En memoria de nuestros hermanos judíos, que eran húngaros o buscaban refugio en Hungría en 1941. El Estado húngaro de entonces y el inhumano furor nazi los pusieron fuera de la ley y los persiguieron hasta la muerte. ¡Sea bendita su memoria!» En la inauguración de la placa, aparte del Estado húngaro y el consulado húngaro de Uzhgorod, también participaron desde el lado ucraniano Oleksandr Kovalj, profesor del Departamento de Turismo de la Universidad Nacional de Uzhgorod y Director del Centro de Información Turística de Transcarpacia; Mihaylo Kolodko, escultor, líder de la UnGang, ONG cultural y educativa; Sandor Fegyir, PhD, el Vicerrector de la Universidad Nacional de Uzhgorod y líder de la ONG Panonia, y Dmitro Andriyuk, jefe de la oficina administrativa del distrito de Rahov.
En Kamenets-Podolsk, donde la mayoría de los judíos «apátridas» entregados en Kőrösmező fueron ejecutados entre el 27 y el 28 de agosto de 1941, hasta el momento sólo el Instituto Teológico John Wesley ha erigido un recordatorio en la fosa común. Así, la segunda fase de esta nueva iniciativa aún no se ha realizado, y al gobierno húngaro le toca aún dedicar un digno homenaje a aquellos que se convirtieron en víctimas de la milicia ucraniana y de los pelotones de fusilamiento alemán como consecuencia de un «procedimiento de inmigración» establecido por las autoridades húngaras mucho antes del comienzo del Holocausto.
En verano de 1941 las autoridades húngaras –sin duda a petición del personal de defensa húngaro y con la aprobación del Consejo de Ministros– recogieron en redadas policiales y expulsaron del país a veinte mil judíos, denominados «apátridas», que no tenían ciudadanía húngara. La mayoría eran aquellos que habían huido de Polonia entonces ocupada por los alemanes, pero muchos llevaban viviendo en Hungría por generaciones, o habían sido expulsados de Eslovaquia a causa de su actividad pro-húngara. Los prisioneros fueron deportados al campo de acogida de Kőrösmező, donde hasta el 12 de agosto se entregaron al ejército alemán invasor de Polonia. A la vista de las dimensiones de la deportación las autoridades alemanas solicitaron detener el procedimiento porque no eran capaces de ubicar a tanta gente. La mayoría de las personas entregadas fue conducida a Kamenets-Podolsk para ser recluida durante un tiempo en el ghetto. Pero los días 27 y 28 los prisioneros fueron fusilados ante una fosa común. Este fue el primer genocidio alemán de tal envergadura perpetrado contra los judíos, un mes antes de Baby Yar y mucho antes de la instauración de los campos de exterminio.
Visitamos estas dos estaciones de la carretera de la muerte, Kőrösmező y Kamenets-Podolsk, durante la peregrinación cultural East Unlimited — Budapest-Odessa organizada en abril de 2013 por la Asociación Cultural Hungaro-Judía.
Una breve aclaración sobre nuestro título: el Gobierno húngaro ha decidido recientemente erigir un monumento conmemorativo de la ocupación nazi de Hungría el 19 de marzo de 1944. De acuerdo con la interpretación del Instituto Histórico Veritas, creado por el gobierno para reescribir la historia nacional, el Holocausto de los judíos de Hungría solo empezó después de la invasión alemana, y las autoridades húngaras fueron allí inocentes. Siguiendo este punto de vista, tras la investigación de lo ocurrido, la deportación masiva de verano de 1941 que acabaría con la muerte de casi veinte mil judíos llegó a ser definida por Sándor Szakály, director de dicho Instituto, como: «un mero procedimiento de inmigración».
No hay comentarios:
Publicar un comentario